DESHIDRATACIÓN BAJO EL AGUA
La deshidratación ocurre cuando se pierde más agua de la que se ingiere, es decir, cuando nuestro balance hídrico se vuelve negativo. Esta pérdida de agua se encuentra
estrechamente relacionada con los niveles
de electrolitos. Suele estar
acompañada de alteraciones de minerales esenciales para el organismo,
principalmente de sodio y potasio.
Diariamente el cuerpo pierde agua
a través de la realización de las funciones vitales y que debemos reponer diariamente bebiendo de 2 a 2´5 litros de agua al día.
Contamos con mecanismo a corto plazo para reponer las pérdidas mediante la
extracción de agua de nuestras células trasladándola
a los vasos sanguíneos. Pero si no se
repone inmediatamente puede conllevar serias consecuencias negativas para
nuestra salud.
En la práctica deportiva la pérdida de agua y minerales se produce a
través de la emisión del sudor. El
caso de la práctica de la natación no
iba a ser diferente. A pesar de encontrarnos sumergidos bajo el agua durante las sesiones
de natación, la pérdida de agua y
electrolitos también sucede de igual
manera.
Al estar rodeados por un medio acuático nuestra sensación de la transpiración es menor y corremos mayor riesgo
de deshidratarnos.
Existen factores con los que tendremos que contar, que harán variar nuestras necesidades haciéndolas
mayores como la temperatura ambiental
del medio en el que estemos entrenando, la humedad
y la intensidad o duración de la sesión de entrenamiento.
Todo ello influirá en las pérdidas
de líquido y, por lo tanto, tendremos que tener en cuenta
todos los factores a la hora de mantener
cubiertas nuestras necesidades de agua.
A medida que la deshidratación
progresa, el volumen de nuestro torrente
sanguíneo decae, produciéndose una
bajada de nuestra tensión arterial
lo que pone en peligro la cantidad de
sangre que llegará a nuestros músculos y tejidos, pudiendo llegar
a acontecer la fatiga, la alteración
de la respiración, aparición de sensación extrema de sed, confusión, alteración de
nuestra lucidez mental o la
falta de coordinación, lo que desembocará en la caída
de nuestro rendimiento deportivo pero, ¿Cómo
podemos prevenirlo?.
Para evitar la deshidratación
debemos beber abundantes líquidos y es
recomendable aumentar el consumo de alimentos
ricos en agua y minerales. Nunca esperaremos a iniciar la sesión de
entrenamiento para hidratarnos. Cuando aparece la sed significa que ya
estamos deshidratados y ya será tarde.
En sesiones que preveamos que tengan
una duración mayor a 30-40 minutos, será aconsejable escoger una bebida deportiva más especializada,
isotónica o de nueva generación más
completa. Suponen una muy buena
alternativa que puede ayudarnos a reducir
la sensación de esfuerzo deteniendo
la deshidratación asociada al ejercicio rápidamente.
De esta manera, lograremos mantener la calidad de nuestros
entrenamientos y que la puesta en
práctica de nuestros esfuerzos sea más eficaz y duradera, conduciéndonos a la
obtención de los mejores resultados sin
que los síntomas de la deshidratación nos detengan.
No hay comentarios: